Con la obra de Parménides (540-470 a. de C.) la reflexión física o matemática sobre la naturaleza se convierte en metafísica, en reflexión sobre el ser. Sólo existe realmente lo que permanece siempre idéntico a sí mismo (ser) y no está sujeto al cambio (no ser). Sólo lo que es con fundamento, el ser, puede además ser objeto de verdadero conocimiento. A Parménides ya no le interesa el testimonio de los sentidos ni el cambio, sino las ideas abstractas.

 

Desde sus orígenes, la filosofía fue una explicación distinta del mito, la magia, la religión o el arte, las formas de saber coexistentes y predominantes hasta ese momento en la cultura griega. El saber filosófico marca la transición desde los estadios iniciales del saber a los avanzados. Esto ocurrió en la Época Arcaica de la civilización griega, alrededor del siglo VII a. de C. Hay razones históricas que condicionan la aparición de la filosofía en Grecia:
- La consolidación de la polis o ciudad-estado propicia el paso de una sociedad rural y agraria a otra urbana y mercantil. Este cambio hace que pierdan fuerza las concepciones mítico-religiosas del mundo y surjan exigencias de explicaciones causales y racionales en las que basar el desarrollo técnico, industrial y bélico.
- Carencia de una tradición religiosa dogmática de textos revelados, lo que permite la convivencia pacífica de distintas creencias religiosas y además elimina un obstáculo evidente para la actividad racional o filosófica.
- La inexistencia de una investigación científica organizada, así como de una tradición educativa o académica regularizada, crea en las polis un vacío institucional que es necesario completar. La filosofía ocupará, en gran medida, ese lugar.
- La sociedad esclavista griega permite la aparición de unos pensadores vinculados a las clases dominantes, cuya actividad es exclusivamente la investigación teórica. La actividad filosófica es hija de la ausencia de necesidades materiales, del ocio y del tiempo libre de unos hombres dedicados a la pura actividad especulativa.

 

Parménides de Elea (540-470 a. de C.). Con la obra de Parménides la reflexión física o matemática sobre la naturaleza se convierte en metafísica, en reflexión sobre el ser. Sólo existe realmente lo que permanece siempre idéntico a sí mismo (ser) y no está sujeto al cambio (no ser). Sólo lo que es con fundamento, el ser, puede además ser objeto de verdadero conocimiento. A Parménides ya no le interesa el testimonio de los sentidos ni el cambio, sino las ideas abstractas. Parménides divide su obra Poema en dos partes perfectamente diferenciadas: vía de la verdad y vía de la opinión.

En la vía de la verdad Parménides exponesu doctrina del ser como plena realidad y única verdad. El ser de Parménides tiene las siguientes características:

- Inengendrado: no puede originarse pues del no ser no surge el ser. Así, lo que es, es, sin fisuras ni ventanas al no ser.

- Indestructible: lo que es pleno y sin fisuras no puede dejar de ser, o no ser. El ser es incorruptible.

- Inmutable: lo que es plenamente no puede cambiar su constitución por un ser incompleto y cambiante.

- Indivisible: el ser completo es inmutable y, por tanto, carece de partes diferenciadas.

- Homogéneo: el ser es uno, no admite variaciones en su constitución que alteren su perfección.

- Esférico: debe ser representado racionalmente por la esfera, la más perfecta de las figuras geométricas.

- Inteligible: sólo puede ser conocido mediante el esfuerzo racional.

 

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Los Pluralistas reciben este nombre por proponer la existencia de una pluralidad ilimitada de principios explicativos de la naturaleza.

- Empédocles de Agrigento (492-430). Para Empédocles los permanentes estados de cambio que se dan en la naturaleza se reducen a una continua mezcla y separación de elementos: aire, agua, tierra y fuego. Las múltiples combinaciones de los elementos dan lugar a los diferentes estados naturales y a los seres animados e inanimados. A su vez estas cuatro raíces de todas las cosas, están sujetas en sus mezclas a dos fuerzas cósmicas opuestas: el amor que tiende a unirlas y la discordia que tiende a separarlas en un interminable ciclo cósmico.

- Anaxágoras de Clazomene (500-428 a. de C.). Cualquier ser de la naturaleza está compuesto por mezclas proporcionales y variables de unas partículas elementales, primeros principios de la materia, a las que denominó semillas. Las semillas son ilimitadas en su número y diferentes según la cualidad material de que están compuestas. Las innumerables mezclas están sujetas a un orden externo, la Inteligencia, principio racional de las mezclas.

- Demócrito de Abdera (460-370 a. de C.). Para Demócrito todo ser natural está formado por un número determinado de partículas elementales, simples y no perceptibles, a las que llamó átomos, que literalmente significa indivisibles. Los átomos son elementos materiales eternos, inmutables e indestructibles. Todos son cualitativamente iguales, pero se diferencian por su forma, posición, peso o cohesión. El cambio resulta del perpetuo movimiento de los átomos en el vacío, sin finalidad alguna que los ordene.

 

Para los Pitagóricos, la filosofía debe buscar en los números la comprensión profunda de la naturaleza.
Las matemáticas, decían los pitagóricos, no solo sirven para descifrar la naturaleza, sino que también nos acercan a la perfección moral.

 

Heráclito de Éfeso (544-484 a. de C.) afirma que el testimonio de los sentidos nos muestra una naturaleza en permanente proceso de cambio: no es posible descender dos veces al mismo río.  El mundo es un fluir constante e irreversible de los seres, en la naturaleza todo fluye (panta  rei). El elemento material del que todo brota y al que todo retorna es el fuego (pur). Ahora bien, el cambio material no es azaroso ni arbitrario, el devenir no es algo puramente irracional e ininteligible sino que está sometido a un orden interno, que Heráclito identifica con el lógos, la razón o ley universal. Es monista.
Según Heráclito, la ley profunda, el lógos, que rige la unidad y armonía oculta del universo es la eterna lucha y el equilibrio dinámico de los contrarios: Dios es día-noche, invierno-verano, guerra-paz, saciedad-hambre... La verdad para Heráclito consiste en la comprensión de esta armonía; aunque no es tarea fácil descubrir este lógos o armonía de los contrarios, pues la naturaleza gusta de ocultarse. Esta concepción dinámica de la realidad es un claro antecedente de la dialéctica socrática y platónica.

 

 

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA

Presocráticos

 

 

 

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La Escuela de Mileto. El primer foco organizado de la filosofía en Occidente se localiza en la colonia griega de Mileto (Asia Menor) en el siglo VII a. de C. Los milesios fueron los primeros en descubrir que la naturaleza puede ser explicada mediante causas físicas.
Los principales filósofos Presocráticos son los siguientes:

- Tales de Mileto (640-546 a. de C. aproximadamente). No se conserva nada de sus obras. Aristóteles en la Metafísica le atribuye los tres fragmentos siguientes, que ilustran su posición con respecto al problema de la naturaleza.

1. El agua es la sustancia de la cual todo proviene y en la cual todo consiste.

2. El agua es el principio de la naturaleza.

3. Todo está lleno de dioses (afirmación más próxima al mito que a la filosofía).


- Anaximandro de Mileto (610-546 a. de C.). Escribió una obra titulada Sobre la naturaleza. Para Anaximandro el principio o arkhé no es un elemento material concreto sino abstracto, ápeiron, que significa ilimitado, inmenso... Es la materia indeterminada y sin forma, de la cual surgen todos los seres y en ella se disuelven tras su fin.


- Anaximenes de Mileto (585-528 a. de C. aproximadamente). Reconoció como principio el aire, causa de la generación y el cambio, producidos mediante un doble proceso de condensación y rarefacción. A partir del aire, por condensación, se produce se produce el agua y la tierra, mientras que por rarefacción se produce el fuego. De esta manera se habría formado la Tierra, que concibe como una gran superficie plana extendida y flotando sobre el aire.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El primer objeto de explicación de la filosofía griega será la naturaleza o physis (φυσις), realidad material que permanece en constante proceso de cambio y está presente o se manifiesta en todos los seres. La naturaleza es el sustrato universal del cual surgen, del cual constan y al cual retornan todas las cosas. Physis es un sustantivo que procede del verbo φυο que significa producir, o bien nacer, brotar, surgir...
Los Presocráticos, denominados así por ser los filósofos anteriores a Sócrates, razonaron sobre la naturaleza desde las categorías especulativas de fenómeno. “lo que se aparece o muestra a los sentidos” (φαινω), y principio o arkhé (αρχη), “origen o fundamento”. Para los Presocráticos el conocimiento de la naturaleza comienza con la imagen cambiante de la misma que nos ofrecen los sentidos. Sin embargo, esta diversidad aparente de la materia está sometida a un principio ordenador, oculto a la vista pero patente a la razón, que confiere unidad a lo múltiple. El arkhé es lo arcaico, lo que ya estaba desde el principio, lo que no está sometido al cambio permanente y es, precisamente, su contrario.
En su intento por explicar la naturaleza, los filósofos Presocráticos dieron variadas soluciones físicas, matemáticas o metafísicas a la interpretación del principio último de los cambios naturales.