En la obra de Carlo Crivelli Demidoff Altarpiece (1476), el santo, con mirada elevada y arrogante, sostiene en una mano las Sagradas Escrituras, la ley divina inspirada por Dios, y en la otra soporta el edificio de la Iglesia, la única intérprete fiel la los principios teológicos de la religión cristiana.
A partir del llamado Renacimiento Carolingio (finales del siglo VIII y principios del IX), cuya principal figura es Alcuino de York, surge un decidido impulso de renovación cultural que tuvo su logro más decisivo en la creación de las escuelas dedicadas a la conservación y transmisión del saber: las escuelas monacales que surgen en torno a los monasterios, las escuelas catedralicias en las sedes episcopales y las escuelas palatinas en las cortes reales.
Se denomina Escolástica a la filosofía cristiana medieval nacida en las escuelas monacales, catedralicias y palatinas y posteriormente en las universidades (siglo XIII). La Escolástica abarca desde la época del Imperio de Carlomagno (siglo VIII) hasta los inicios (siglo XV).
Podemos dividir la Escolástica medieval en varias etapas: Escolástica Temprana (siglos VIII-X), Alta Escolástica (siglos XI-XII. c), Gran Escolástica (entre los años 1200 y 1340) y Escolástica Tardía (1340-1500). - Escolástica Temprana. Se considera a Juan Escoto Erígena (810-877) el primer gran pensador pre-escolástico. Con su obra De divisione naturae (867), de orientación neoplatónica, contribuyó al auge y prestigio de la escuela palatina de Carlomagno. - Alta Escolástica. Su figura más significativa es Anselmo de Canterbury(1033-1109), considerado el primer teólogo escolástico en sentido pleno. También es representativo de este período Pedro Abelardo (1079-1142), creador del método escolástico de la quaestio. Además son influyentes los teólogos de la Escuela Catedralicia de Chartres, San Bernardo (muerto en 1124), Thierry de Chartres (muerto en 1150), Gilberto de la Porré (muerto en 1154) y Juan de Salisbury (muerto en 1180). - Gran Escolástica. Se corresponde con el período histórico aquí estudiado y tiene como principales representantes a Roberto de Grosseteste (1175-1253), Rogerio Bacon(1214-1294), Alberto Magno (1206-1280), San Buenaventura (1221-1274) y Tomás de Aquino (1224-1274). Este último es la figura más característica del período de apogeo de la Escolástica universitaria. Es sabido que a partir del siglo XIII, el término escolástico designará al maestro o doctor en teología con un sistema propio. Tomás de Aquino fue apodado en su tiempo con el sobrenombre de “Doctor Angélico” y su sistema fue denominado “tomismo”. - Escolástica Tardía. Es el período de crisis en el que la escolástica comienza su imparable decadencia. Los máximos representantes de esta etapa son J. Duns Escoto (1266-1308) y Guillermo de Ockham (1290-1349).
Fascinado por el modo de vida de los frailes dominicos, Tomás de Aquino ingresó en la orden como novicio en 1243. Conscientes los superiores de la orden dominica de la valía intelectual de Tomás, le enviaron a la Universidad de París para que continuase sus estudios. Allí conoció a Alberto Magno, también dominico, que se convirtió en su maestro, primero en esta ciudad y, más tarde, en Colonia pasó cuatro años bajo su magisterio.
Tomás regresa a París en 1252 para seguir su preparación, recibe su licencia para enseñar en la Facultad de Teología en 1256. Ese año es nombrado Maestro en Teología y ocupa su cátedra hasta el 1259. Inicia así su carrera docente como profesor de Teología de la Universidad de París. Sus superiores le enviaron entonces a Nápoles, para que fundara una casa de estudios teológicos para la orden. Santo Tomás tuvo una experiencia mística que le llevó a abandonar su labor docente y de investigación, pues le condujo a la conclusión de que es imposible racionalizar la fe religiosa.
Tomás de Aquino escribió obras filosóficas y teológicas, aunque es más conocido por las segundas, indudablemente más decisivas para la historia del pensamiento occidental.
Entre las primeras, predominan los comentarios a las obras de Aristóteles. Entre las segundas, las más relevantes son las sumas o compendios sistemáticos que abarcan un amplio conjunto de cuestiones teológicas. La dos grandes Summae tomistas son la Summa contra gentiles y la Suma teológica.
Tomás de Aquino sostiene que la dialéctica es el método adecuado para el tratamiento de los distintos contenidos de la teología natural. En su principal obra, la Suma Teológica, el tratamiento dialéctico de los temas señalados incluye los siguientes pasos argumentales:
- Presentación de la tesis sobre el tema o problema teológico a tratar.
- Dificultades u objeciones teóricas a la tesis propuesta.
- Aportaciones tradicionales de la teología (por ejemplo de los pensadores de la Patrística) y de la filosofía (por ejemplo de Aristóteles) a la comprensión o esclarecimiento de la tesis.
- Respuesta detallada a las objeciones teóricas o refutación de cada una de las dificultades antes presentadas.
- Soluciones definitivas al tema tratado a la sola luz de las facultades naturales o racionales del hombre.
La ley natural o ley moral culmina como la exigencia de la realización personal dentro de un marco organizado de convivencia. Tal marco no es otro que la sociedad civil o política, por cuanto la naturaleza humana es, además de individual, social (unidad final entre ética y política).
Ya hemos dicho que la ley positiva, como conjunto de normas de derecho, tiene como misión la regulación racional de la convivencia en la sociedad civil con vistas a la obtención del fin último de la misma: la justicia y el bien común (términos copertinentes). De tal manera que la ley positiva es una exigencia y una prolongación ineludible de la ley natural.
La existencia de la ley positiva no es, por tanto, el resultado de un pacto histórico o convención que da lugar a la sociedad civil, sino que procede necesariamente de la naturaleza social y política del ser humano.
Esto supone, desde el punto de vista de la teoría política, la independencia del poder político del poder religioso, por cuanto el gobernante puede legislar de acuerdo con principios políticos y jurídicos estrictamente civiles.
Sin embargo, paralelamente, las leyes que emanan del poder político deben (la ley positiva) deben ser acordes con la ley natural, inspirándose en ella para sus dictados jurídicos: respetándola, protegiéndola y desarrollándola. Lo cual supone, inversamente, una efectiva subordinación del poder político al religioso (del mismo modo que la razón, en el plano del conocimiento, lo estaba anteriormente a la fe).
El punto de partida de la ética tomista es la distinción entre cuatro grandes leyes que explican y dan finalidad al mundo, al hombre y a la sociedad.
- Ley eterna: es la razón misma de Dios que crea y ordena todos los seres, movimientos y acciones.
- Ley natural: es la proyección de la Ley eterna en el mundo y en el hombre. En el mundo se manifiesta como leyes físicas y en el hombre como leyes morales.
- Ley positiva: es la exigencia de la continuación de la ley natural en las normas jurídicas que rigen el orden de la sociedad; normas siempre encaminadas a la consecución del bien común y formuladas por el gobernante de acuerdo con los principios morales de la ley natural.
- Ley divina: es la revelación que Dios hace de sí mismo a través de los textos sagrados. Su misión es consolidar la fe religiosa del creyente y completar aquellos aspectos de la única verdad que no pueden ser alcanzados mediante la razón.
Es preciso tener siempre presente el carácter estructural de estas cuatro grandes leyes, puesto que resulta evidente su interrelación y carácter complementario. No obstante, el tratamiento de la ética y la política tomista nos lleva a centrarnos en dos de ellas: la ley natural, fundamento de las ideas éticas, y la ley positiva, fundamento de las ideas políticas.