En 1964 Sartre rechaza el premio Nobel de literatura y en 1968 apoya las reivindicaciones de los estudiantes, en la denominada “Revolución de Mayo”. Cuando las revueltas estudiantiles terminen acusará al partido comunista francés de haberla traicionado..

El Existencialismo es un movimiento filosófico que tuvo gran influencia en algunos pensadores de los siglos XIX y XX y que comprende numerosas tendencias, casi tantas como pensadores existencialistas.
Todos los existencialismos coinciden en resaltar el papel crucial de la existencia, del individuo único, de la libertad ineludible y la elección personal. El Existencialismo se caracteriza por el énfasis puesto en la existencia individual o concreta y, en consecuencia, en la subjetividad, la libertad y los conflictos o contradicciones de la vida como proyecto único e irrenunciable.
Se trata de un movimiento filosófico que trata de fundar el conocimiento de toda realidad (naturaleza, hombre, sociedad, acción, Dios) en la experiencia individual e irrepetible de la propia existencia. Del mismo modo que para el vitalismo la vida, el mundo de la vida, es la centro de la actividad filosófica, para los existencialistas es la existencia y sus modos existenciales.
El punto de partida de la reflexión filosófica es la vivencia existencial que se traduce en la clasificación y descripción detallada de los modos o categorías de la existencia a través de los que se revela el sentido específico y la condición peculiar de la presencia del hombre en el mundo. Por tanto, el principal objeto de reflexión de la filosofía es la existencia concreta y los modos o categorías del existir.
Se suele dividir esta corriente o escuela filosófica en tres tendencias fundamentales:
- Existencialismo negativo: pesimista respecto de las posibilidades de la existencia humana. Incluye a Martin Heidegger (1889-1976), Karl Jaspers (1883-1969), Jean Paul Sartre (1905-1980).
- Existencialismo teológico: optimista respecto de la existencia humana ya que existe un Dios trascendente que garantiza la realización del destino del hombre. Entre sus representantes están Louis Lavelle (1883-1951), René Le Senne (1882-1954) y Gabriel Marcel (1889-1973).
- Existencialismo positivo: neutral en sus planteamientos, ni optimistas ni pesimistas respecto de la existencia humana. Entre otros están Maurice Merleau-Ponty (1908-1961) o Enzo Paci (1911-1976).
La primera consecuencia de la negación de la existencia de Dios es la eliminación de todo naturalismo antropológico (existe una naturaleza o condición humana universal) y también de cualquier forma de esencialismo ético (existen principios morales inmutables y permanentes).
Si Dios existe, al menos hay un ser cuya existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido, por ningún concepto, y este ser es el hombre. No hay naturaleza humana porque no hay Dios que la conciba. Hay que recordar, tal y como hemos estudiado en las unidades anteriores, que para la filosofía griega, la teología cristina medieval, la antropología renacentista o la concepción racionalista o empirista del hombre… hay una naturaleza o condición humana verdadera y única. Estas concepciones filosóficas proponían y fundamentaban, en función de su particular visión de la naturaleza humana, los fines y tendencias, los deseos y aspiraciones, los derechos y deberes, los valores y normas sobre lo justo o injusto que tenían que orientar la conducta humana. Esa supuesta naturaleza humana era el marco de referencia para todas las dimensiones prácticas de la razón y la vida.
Ahora bien, para el existencialismo, una adecuada comprensión del hombre y del mundo exige descartar las explicaciones basadas en las esencias generales, y centrarse en las existencias concretas. La categoría de existencia es la única que permite realizar un análisis certero sobre el hombre y el mundo: la existencia precede a la esencia.
Para Sartre, el hombre está obligado a hacerse, no tiene alternativa, está condenado a ser libre. El ser constitutivo del hombre es ese hacerse a sí mismo. Por ello nadie llega a ser nada que no haya elegido ser. No valen las excusas, recurrir a ellas es lo que Sartre, en esta obra, llama “mala fe” (mauvaise foi), que consiste en presentar lo ocurrido como inevitable y necesario. Es el refugio ético en los distintos determinismos (psicológico, sociológico, teológico, fisiológico…). En realidad, siempre queda una opción, aunque no sea más que el suicidio. Sin embargo, la libertad absoluta del hombre se hace presente en un cuerpo y se manifiesta en el mundo de los objetos, sometidos a la rígida determinación causal… Mi biografía, mi pasado, mi dotación genética, mi entorno social parecen pesar decisivamente en la determinación de mis decisiones. Sartre, a pesar de todos estos datos y condicionantes, piensa que nada de todo esto puede ser causa de lo que yo decida y haga actualmente o en el futuro. El otorgamiento de sentido que la conciencia traslada a los hechos del mundo (biográficos, genéticos, fisiológicos, psicológicos, sociales, históricos…), es prioritario absolutamente sobre la influencia causal de estos hechos (en realidad marginal para Sartre) en las decisiones de la vida humana. Por ejemplo, es posible que, desde un punto de vista psicológico, el sujeto actúe siempre movido por el motivo más fuerte, pero los motivos son más fuertes en cuanto que yo los hago más fuertes previamente mediante una transferencia u otorgamiento intencional de sentido.


El existencialismo es un humanismo (1946-49), una exposición programática, menos radical y más optimista, de los principios filosóficos e ideológicos del existencialismo.
El propósito de la Crítica de la razón dialéctica, como dice su título, es fundamentar, al estilo de Kant, la única forma de racionalidad teórico-práctica que corresponde y está a la altura de los tiempos actuales: el pensamiento marxista. Una racionalidad que sea capaz, por consiguiente, no solo de interpretar correctamente el mundo, sino de transformarlo a la medida de ese hombre nuevo que anuncia el marxismo y que nunca llegó a precisar en sus planteamientos filosóficos con suficiente rigor conceptual.
La revisión crítica del materialismo histórico hecha por Sartre se basa en la construcción de una nueva antropología materialista desde los supuestos del materialismo histórico que profundice en la auténtica estructura de la existencia humana que no es otra que la noción de libertad y sus diferentes problemas antropológicos y enfoques filosóficos.
El marxismo debe renunciar a los dogmas deterministas relativos a la visión dialéctica de la naturaleza (materialismo dialéctico), a la sucesión predeterminada de los modos de producción o leyes de la historia o a los automatismos simplistas de la praxis revolucionaria. El nuevo camino del marxismo debe consistir en una reconquista del humanismo marxista desde una nueva concepción del hombre basada en los principios científicos del materialismo histórico y en la idea de libertad propuesta por el existencialismo.
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA
Sartre

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El pensamiento filosófico de Sartre se puede dividir en tres períodos: fenomenológico y existencialista, marxista. A esto habría que añadir la obra literaria de Sartre, que ejerció a lo largo de de toda su vida, así como la actividad periodística que le han convertido un modelo de intelectual comprometidos con los problemas sociales, éticos y políticos de su época.
- Período fenomenológico: Tras su estancia en Berlín como becario del Instituto Francés, donde estudió a fondo la filosofía de Husserl, los primeros ensayos filosóficos de Sartre, publicados entre los años 1936-1940, tienen una orientación decididamente fenomenológica. Estos escritos tienen una temática primordialmente psicológica, aunque tales contenidos se tratan desde los supuestos teóricos y el método de la fenomenología. Entre las obras más relevantes de esta etapa de su pensamiento destacan las tituladas La trascendencia del ego (1936), La imaginación (1939-40), Bosquejo de una teoría de las emociones (1939) y Lo imaginario: psicología fenomenológica de la imaginación (1940).
- Período existencialista: Sin abandonar sus orígenes fenomenológicos, Sartre inicia un cambio de marcha en su pensamiento, que ahora gira hacia el existencialismo. La nueva filosofía e ideología existencialista se anuncia con la novela La nausea (1938) y alcanza su punto culminante con la obra El ser y la nada (1943), libro que permanece dentro de la influencia de la Fenomenología (se subtitula ensayo para una ontología fenomenológica) y que convertirá a Sartre en el más popular y conocido representante del existencialismo.
- Período marxista: La obra más relevante de este período es Crítica de la razón dialéctica (1960). A partir de esta publicación Sartre adopta plenamente la filosofía marxista y la adapta de forma un tanto artificiosa a los supuestos teóricos del existencialismo, en un intento, acaso fallido, de mantener sus ideas anteriores sobre el hombre y demostrar la compatibilidad entre ambas filosofías, existencialismo y marxismo. La filosofía marxista ortodoxa de su época rechazo las adherencias e inclinaciones individualistas de la síntesis sartriana.
En su novela La náusea (1938), cuyo título inicial era La melancolía,título basado en el inmortal grabado de Alberto Durero, el personaje Antoine Roquentin afirma: Lo esencial es la contingencia. Quiero decir que, por definición, la existencia no es la necesidad. Existir es ‘estar ahí’, simplemente; los seres aparecen, se dejan encontrar, pero jamás se les puede deducir […] No hay ningún ser necesario que pueda explicar la existencia: la contingencia no es una imagen falsa, una apariencia que pueda desvanecerse; es lo absoluto y, por consiguiente, la perfecta gratuidad. […] Todo es gratuito, este parque, esta ciudad, yo mismo. Y cuando uno cae en la cuenta de ello, el estómago da vueltas y todo se pone a flotar. He aquí la náusea.
Podemos considerar que la novela La Náusea, es la primera obra de Sartre que mezcla los planteamientos fenomenológicos y los propiamente existencialistas. En realidad, esta novela de Sartre no fue escrita con una finalidad específicamente literaria, si no que más bien utiliza este género narrativo para exponer sus ideas filosóficas y primeras concepciones existencialistas. En La Nausea, Sartre desarrolla sus reflexiones sobre la existencia humana a través de su principal personaje, Antoine Roquentin, protagonista y narrador en primera persona mediante un diario que nos permite conocer las peripecias del personaje y, sobre todo, el pensamiento del autor. Sabemos que Simone de Beauvoir, su compañera, convenció a Sartre de que abandonase una extensa y abstracta meditación sobre la contingencia de la existencia, para crear una novela en la que se tratase el tema de forma literaria.
Es probable que a partir de esta experiencia narrativa, Sartre considerase la posibilidad de hacer de la literatura un medio de expresión para el análisis y la difusión de los más rigurosos conceptos filosóficos. Posibilidad que se hizo realidad plena a lo largo de su obra. La mayor contribución literaria de Sartre fue su trilogía Los caminos de la libertad, obra en la intenta una aproximación al existencialismo más práctica y próxima a la vida. Sobresale también su famoso ensayo sobre Gustave Flaubert: El Idiota de la Familia, donde Sartre investiga los pormenores del oficio y el arte de escribir.